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Mañana se conmemora el Día del Veterano de Guerra y de los Caídos
en Malvinas.
Han transcurrido 35 años de ese desembarco militar en nuestras
Islas Malvinas y lo recordamos con profundo respeto por los soldados, que
pusieron el cuerpo (y muchos lo perdieron) en esa acción emprendida por la
dictadura cívico-militar.
"Apertura", emitida en Hipótesis el sábado 1 de abril de 2017.
Mañana se conmemora el Día del Veterano de Guerra y de los Caídos
en Malvinas.
Han transcurrido 35 años de ese desembarco militar en nuestras
Islas Malvinas y lo recordamos con profundo respeto por los soldados, que
pusieron el cuerpo (y muchos lo perdieron) en esa acción emprendida por la
dictadura cívico-militar.
Como siempre, un poco de memoria es conveniente para entender lo
que ocurrió.
En 1980 —dos años antes de la Guerra de Malvinas—, el Consejo Nacional de
Seguridad de los Estados Unidos elaboró el llamado “Plan para el Océano Libre”
que expresaba:
“Aún cuando los Estados Unidos puedan
contar con un apoyo efectivo y duradero de la Unión Sudafricana
y de Chile, y eventualmente de la
Argentina , que facilite la ejecución de sus planes en el
extremo sur de los tres océanos, es indispensable contar con el apoyo de Gran
Bretaña [...] quien debe ser nuestra gran aliada en esa área, no sólo porque es
nuestra amiga más confiable en el orden internacional, sino porque todavía
ocupa diversas islas en el Atlántico Sur que, en caso de necesidad, podrían
convertirse en bases aeronavales, de acuerdo con el modelo de Diego García, o
como punto de apoyo logístico, como la isla Ascensión”, para señalar más
adelante “debe persuadirse a Gran Bretaña de que su permanencia en las
Falklands será de gran importancia estratégica para la seguridad del mundo
libre”.
Debemos recordar que por entonces la Unión Sudafricana estaba gobernada
por los racistas del apartheid y Chile por la dictadura de Pinochet.
Un año antes —en 1979— Margaret
Thatcher gana las elecciones británicas. Los integrantes del nuevo gobierno
conservador, recién incorporados al Foreign Office (el equivalente a nuestro
ministerio de Relaciones Exteriores) elevan a la nueva primera ministra el
denominado Informe Franks. En este informe, en el que se menciona a Malvinas
como la “Fortaleza Falklands”, se insta al gobierno a (textual) “interrumpir
las negociaciones y defender las islas de la hostilidad argentina”.
Parafraseando a Gabriel García Márquez, podríamos decir que los
informes del Consejo de Seguridad estadounidense y del Foreing Office,
constituyen una verdadera crónica de una
guerra anunciada.
De modo que la aventura del sátrapa Galtieri y sus secuaces, de
algún modo estaba en el guión elaborado por Washington, Londres y sus aliados
de la OTAN.
La expresión “Fortaleza Falklands” acuñada por Gran Bretaña en
1979, cobró vida —luego de la guerra, en 1985— con la base de Mount Pleasant,
con un destacamento permanente de mil quinientos efectivos y 500 civiles
británicos, con una pista que permite el aterrizaje y el despegue de aviones de
gran porte, aptos para trasladar soldados y equipos en maniobras de despliegue
rápido. Al tiempo que los barcos y aeronaves militares que circulan entre Gran
Bretaña y Malvinas, con escalas en la Isla Ascensión , portan armas nucleares violando
el tratado de Tlatelolco sobre desnuclearización de América latina.
Es en este marco, y no en otro, en el que hoy está planteado el
tema de Malvinas como consecuencia de la exploración y eventual explotación
petrolífera en el mar Argentino que rodea a las islas usurpadas por Londres.
Reducir la cuestión de Malvinas a
planteos trasnochados de la derecha nacionalista o la megalomanía de un
dictador borracho, no solo es poco serio sino que encierra una perversa
complicidad con quienes se han revelado en el conflicto armado como nuestros
verdaderos enemigos. Actuar en connivencia con el colonialismo británico, como
lo pretende este gobierno sumiso e incompetente, es otra de las formas de
manchar la memoria de nuestros verdaderos héroes de Malvinas.
Decir que se habló de soberanía con la
primera ministra británica, como lo hizo el presidente Mauricio Macri, en
setiembre del año pasado en las Naciones Unidas, tras lo cual la canciller
Susana Malcorra tuvo que salir a aclarar que no fue así; no solo fue un papelón
sino que expresa la banalización a la que nos tiene acostumbrados el primer
mandatario.
Luego de una política exterior seria, apegada al derecho
internacional y a las resoluciones de las Naciones Unidas, sustentada por el
anterior gobierno; la actual administración regresa a los viejos tiempos del cómico
canciller menemista Guido Di Tella, pretendiendo colocar la soberanía debajo de
un paraguas.
Esta actitud pudo apreciarse cabalmente durante la reunión
—celebrada en Davos— entre el presidente Mauricio Macri y el entonces primer
Ministro británico David Cameron.
Con la presencia de la prensa, Macri y Cameron hablaron de una nueva relación entre los dos países en materia económica, en lo referido a comercio e inversión. El presidente argentino y el primer ministro británico, acordaron incrementar el intercambio comercial.
Según el diario La Nación ,
Macri sintetizó la reunión de este modo: “hemos dialogado sobre todos los temas, incluido el
de Malvinas, aunque quedará debajo de un paraguas (!) para que no contamine el resto de los asuntos de interés mutuo”.
Por su parte, Cameron se ocupó de declarar a la
prensa que las Islas Malvinas seguirán bajo el poder colonial inglés, más allá
del paraguas de Macri.
En el mes de octubre pasado los británicos
realizaron ejercicios militares con misiles desde las islas y más recientemente
aeronaves militares del Reino Unido —que hacen escala en Brasil, violando
acuerdos establecidos en el Mercosur y la Unasur — trasladaron material militar al
archipiélago.
Jamás deberemos abandonar la tarea de lograr el reintegro de
nuestras islas, apropiadas por el otrora imperio colonial británico, ahora
funcional a la
Organización de Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y su
política belicista, liderada por los Estados Unidos.
Nuestro permanente recuerdo para los soldados argentinos
caídos en combate en Malvinas y solidaridad con los ex soldados combatientes,
veteranos de esa lucha anticolonialista.
Y nuestro repudio a la dictadura cívico-militar que, con
esta aventura bélica, fue funcional a sus tutores: el colonialismo británico y
el imperio estadounidense.