miguelferrari@gmail.com
Durante la madrugada de este jueves varios
desconocidos entraron a la vivienda de Berta Cáceres —líder indígena hondureña—
y la asesinaron vilmente.
La corresponsal de teleSUR en
Honduras, Gilda Silvestrucci, confirmó que la líder hondureña fue asesinada a
la una de la madrugada, hora local, en el interior de su vivienda ubicada en el
sector La Esperanza ,
departamento del Intibucá, en la región suroccidental del país.
“Con los Ojos
del Sur”, columna de opinión emitida el sábado 5 de marzo de 2016.
Cáceres —de 40 años y madre de
cuatro hijos— era líder de la comunidad indígena Lenca, de los movimientos
campesinos y defensora de los derechos humanos.
La semana pasada, Berta
Cáceres ofreció una rueda de prensa en la que denunció que cuatro dirigentes de
su comunidad habían sido asesinados y algunos recibieron amenazas.
En 2015 Berta Cáceres fue
galardonada con el Premio Ambiental Goldman para América Central y América del
Sur. Esta distinción
se concede
anualmente a los defensores de la naturaleza y el medio ambiente. Este premio
fue creado por el filántropo Richard Goldman y su esposa Rodha, descendiente
directa del antropólogo Levi Strauss.
Cáceres se ganó el
reconocimiento de su pueblo al ser cofundadora y actual coordinadora del
Consejo Nacional de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) y
candidata a vicepresidenta en las elecciones nacionales antes del golpe de
Estado realizado en 2009, promovido por los Estados Unidos, que rompió el orden
constitucional del país.
El gobierno hondureño, surgido
en elecciones amañadas luego del golpe de Estado, siguió una estrategia de
desarrollo que inició deliberadamente en los tribunales con empresas
transnacionales para la construcción de proyectos hidroeléctricos y operaciones
de minería a cielo abierto.
Una de estas iniciativas
neoliberales fue la represa de Agua Zarca, un proyecto hidroeléctrico del Banco
Mundial sobre el río Gualcarque, en la región noroeste de Honduras; una zona
sagrada para la etnia Lenca.
Los residentes cercanos al
proyecto recurrieron a Cáceres y COPINH para pedirles que detuvieran la construcción
de la represa, que se estaba haciendo sin el consentimiento de las comunidades
afectadas. Cáceres, junto con miembros de la comunidad de Río Blanco, condujo
una campaña para detener la construcción del proyecto.
A pesar de la abrumadora
oposición de la comunidad, el gobierno continuó con el desarrollo de la represa;
actitud que dio como resultado la resistencia de los residentes, quienes establecieron
un bloqueo de rutas.
Ese bloqueo tuvo éxito en
detener la construcción, aunque con un alto costo. Cáceres y otros líderes de
la comunidad fueron objeto de amenazas por parte de las fuerzas del Estado, así
como de la empresa responsable del proyecto. El líder de la comunidad Tomas
García fue muerto a tiros durante una manifestación pacífica en 2013.
Como consecuencia de las
luchas populares —encabezadas por Berta Cáceres— la construcción de la represa
no se ha reanudado. Sin embargo, hay otros proyectos en Honduras plagados de
violencia.
El anuncio que declara Cáceres como el ganadora del premio Goldman, coincidió con la publicación de un informe de la organización no gubernamental Global Witness (Testigo Global), con sede en Londres, en la que se señala que Honduras es uno de los países más peligrosos del mundo para los defensores de los derechos medioambientales, junto a Perú y Brasil.
Según el documento, entre los años 2002 y 2014 se registraron un total de 111 asesinatos vinculados a personas defensoras del medio ambiente.
Global Witness cuestionó el
hecho de que líderes internacionales se reúnen para discutir sobre el cambio
climático; mientras los defensores del medio ambiente son asesinados de forma
impune y sin cobertura mediática.
Cáceres —en su momento—
manifestó al periódico británico The
Guardian que esperaba que este premio atrajera una mayor atención respecto
de las amenazas contra activistas ambientales y sociales en Honduras.
"El pueblo hondureño,
junto con la solidaridad internacional, pueden salir de esta situación injusta,
la promoción de la esperanza, rebelión y organización para la protección de la
vida", dijo Cáceres en esa oportunidad.
Cáceres logró que la mayor constructora de represas a escala mundial —la empresa china Sinohydro— desistiese de su participación en el proceso debido a la resistencia de las comunidades indígenas al proyecto.
Dicha represa también contaba con la participación de la Corporación Financiera Internacional, institución del Banco Mundial que tenía estipulada una fuerte inversión económica para la construcción en el Río Gualcarque.
Cáceres comentó a la BBC que la aprobación de ese proyecto “hubiese significado desplazamientos y hubiera impedido a la comunidad desarrollar sus actividades agrícolas. No sólo se privatiza el río sino varios kilómetros a la redonda”, afirmó.
Este crimen político fue repudiado en Honduras y
a nivel internacional por innumerables organizaciones.
Una de ellas, la Unión de Escritores y Artistas de Honduras, se
pronunció de este modo: “el asesinato de la compañera Bertha Cáceres constituye
una de las más ignominiosas acciones de represión que el régimen del presidente
Juan Orlando Hernández ha realizado en contra de las luchas por la defensa de
los derechos a la tierra, al agua, a los bosques, valles y montañas; que el
gobierno de turno ha entregado a compañías extranjeras para su explotación
inhumana y despiadada”.
Por su parte, el Observatorio Ecuménico Internacional
de Derechos Humanos puntualizó que “el mismo Estado de Honduras ejerció medidas
de persecución contra Berta Cáceres por su lucha en contra de las empresas
extranjeras destructoras de los recursos naturales”.
Y más adelante señaló: “el Observatorio
Ecuménico Internacional de Derechos Humanos denuncia —por este asesinato— al
gobierno de Honduras y a las empresas transnacionales extractoras y
explotadoras de los recursos naturales del país”. Y finaliza exigiendo “a los
organismos internacionales defensoras de los Derechos Humanos que demanden al
estado de Honduras una respuesta rápida a este asesinato”, al tiempo que
solicitan “la cooperación internacional de todos los países amigos para detener
el apoyo al gobierno de Honduras, sobre todo a las secretarías de Defensa y de
Seguridad, donde operan los cuerpos represivos del Estado”.
Queda totalmente en claro la responsabilidad de
este gobierno neoliberal en el asesinato de Berta Cáceres, dirigente campesina
ambientalista hondureña.
El primer medio en denunciar este aberrante
crimen fue TeleSUR.
Si usted es abonado a Cablevisión, no se ha
podido informar porque esta empresa de cable del grupo Clarín acaba de suprimir
a TeleSUR de su grilla de canales.
Un claro ejemplo de “libertad de expresión”, por
parte de quienes colonizan las mentes de aquellos ciudadanos que han quedado
reducidos a la categoría de consumidores.