INGRESO IRRESTRICTO, UN SOLO GRITO

Prof. Dr. Ricardo Nidd, Decano de la Facultad de Medicina
de la Universidad Nacional de Rosario.
Por Miguel Angel Ferrari
miguelferrari@gmail.com

Audio: http://www.4shared.com/mp3/idhA9eb3ba/151107_-_DOCUMENTO__Ingreso_ir.html


“Documento” emitido en “Hipótesis” el sábado 7 de noviembre de 2015.

TEXTO COMPLETO DEL DOCUMENTO "INGRESO IRRESTRICTO, UN SOLO GRITO"

El día miércoles  28 de octubre el Senado Nacional aprobó una postergada reforma a la ley de educación superior (LES), sancionada en 1995, que reavivó el debate en torno al concepto de educación pública y gratuita en las universidades nacionales al establecer la prohibición de los exámenes eliminatorios y la gratuidad de los estudios de grado en las instituciones públicas.


Ingreso Irrestricto y Gratuidad de la enseñanza son dos viejas consignas aglutinadoras del pensamiento político mayoritario del movimiento estudiantil desde  el momento que fueron concebidas. También de vastos sectores de docentes y no docentes.

Recordamos que con la Revolución Francesa y su contemporánea, la independencia de los Estados Unidos, quedó arraigado el concepto de la educación como tarea esencial del Estado, para ilustrar a los ciudadanos y realizar los ideales democráticos. La Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada en París el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, consagró para siempre que "toda persona tiene derecho a la educación".

La Ley de educación Superior vigente, dejó abierta una hendija jurídica donde se colaron las más ingeniosas interpretaciones para esquivar estas premisas. Sobre todo la del ingreso. Hasta se instaló culturalmente la lógica que para estudiar en una universidad hay que rendir examen. Al menos en medicina. No por nada, casi todas las escuelas públicas y privadas de medicina del país tienen evaluaciones eliminatorias.

La Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad  Nacional de Rosario, en 2007, asumió el desafío de abrir sus puertas a todos aquellos aspirantes que desearan inscribirse con el único requisito de haber cumplido el ciclo académico anterior (título secundario o equivalente). Entonces, quienes teníamos la responsabilidad de conducir los destinos de esa institución, pensábamos, con Adolfo Posadas que: “Los que fundan instituciones de enseñanza o fomentan las empresas de instrucción se ponen en el lugar de la sociedad; obran y hablan por ella, y no para un interés económico dado”. Se trataba de honrar el compromiso constitucional de garantizar el derecho universal a la educación superior. Se trataba de entender que cualquier sistema de selección es básicamente económico: acceden los de mejores recursos. Se trataba de tomar una actitud valiente en favor de las masas, y asumir los riesgos administrativos que esto conlleva. Se trató de “poner los caballos delante del carro”.

Porque si el saco te queda corto es más razonable agrandarlo que achicar el cuerpo. Lo mismo para la universidad. Miles de jóvenes no acceden a la educación superior. Su carrera académica se ve frustrada por las vicisitudes de un modelo de producción y consumo que los condena a hacer cualquier otra cosa antes que estudiar.

Los jóvenes que estudian en nuestras universidades son nuestro orgullo como Nación. Son las pequeñas batallas que le ganamos como pueblo a un modelo explotador que los excluye del acceso al saber científico precozmente. Porque lo que exige un sistema democrático no es seleccionar a los mejores, descartando al resto para desarrollar sólo las aptitudes de los más dotados, sino permitir el despliegue del potencial de cada miembro de la comunidad.

La cantidad nunca es contradictoria con la calidad, por el contrario, una incrementa a la otra cuando hay objetivos correctamente trazados.

No hay discurso pretendidamente de excelencia que pueda culpar a la cantidad de los malos resultados. Es un mito que se derrumba al ritmo de tantos otros: “sobran médicos”, “no se puede absorber tal demanda con los recursos disponibles”, “el acceso al saber científico requiere nivelaciones previas”…

Los médicos rosarinos, hijos del ingreso irrestricto pueblan el país demostrando su calidad de formación. Los médicos egresados de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario superan el promedio nacional en el examen único de residencia, la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario es elegida cada año, por cientos de argentinos y extranjeros que son su razón de ser.
Los antiguos detractores del nivel de enseñanza de la Escuela de Medicina Pública de Rosario por culpa de la masividad, hoy debaten democráticamente las maneras de alcanzar calidad y excelencia.

No hay que temer a las masas. Menos si se tratan de multitudes de jóvenes que acceden a los estudios superiores con el propósito de capacitarse, de formarse, de crecer, de desarrollarse en cultura, de enriquecerse espiritualmente, de emanciparse socialmente a través de la educación.

Bienvenidas estas reformas, un nuevo capítulo se abre en educación médica en el país, estamos felices de acompañarlo.  


                                                                         PROF. DR. RICARDO NIDD

                                        DECANO DE LA FACULTAD DE CIENCIAS MEDICAS DE LA UNR