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El pasado 5 de agosto, el presidente
Barack Obama pronunció un sorprendente discurso, curiosamente silenciado por
los grandes medios de difusión, principalmente de los Estados Unidos.
En él decía cosas como éstas:
"El
rechazo por parte del Congreso de un acuerdo con Irán dejaría una sola opción a
la administración estadounidense: una nueva guerra en Oriente Medio."
“Con los Ojos
del Sur”, columna de opinión emitida el sábado 7 de noviembre de 2015.
"Irán es
un país cuatro veces mas grande que Irak y tres veces más poblado."
"La elección a la cual nos enfrentamos está entre la diplomacia y un tipo particular de guerra. Quizás no mañana, ni en tres meses pero pronto."
“El sistema financiero estadounidense estaría forzado a romper relaciones con China, principal comprador de nuestra deuda."
"La elección a la cual nos enfrentamos está entre la diplomacia y un tipo particular de guerra. Quizás no mañana, ni en tres meses pero pronto."
“El sistema financiero estadounidense estaría forzado a romper relaciones con China, principal comprador de nuestra deuda."
Recordemos que en el Congreso, el 8 de
setiembre, los republicanos bloquearon el acuerdo con Irán, mientras que Obama
apenas pudo reunir algunos demócratas. La elite de Washington aparece dividida
a propósito de la estrategia a adoptar.
“Esta división —señala el escritor y periodista belga Michel Collon— apareció en el año 2000. En sus orígenes, una idea compartida tanto por los demócratas como por los conservadores: los Estados Unidos están en decadencia”.
“¿La razón? —prosigue Collon—. También el
poder económico corre peligro de disolverse. En los próximos años, ningún país
tendrá la posibilidad de alcanzar el 30 por ciento del PIB mundial, cifra que
los Estados Unidos han mantenido durante la mayor parte del siglo 20, ni hablar
de la tasa del 50 por ciento que alcanzaron en 1945. Según algunos cálculos,
Washington podría desplomarse entre un 10 y un 15 por ciento hacia el año
2020.”
“Para seguir siendo la única superpotencia, Zbigniew Brzezinski proponía entonces un «imperialismo inteligente»: dividir las potencias rivales e impedirles formar un frente común”.
“Muy opuestos a las teorías de
Brzezinski, los neoconservadores influyendo a Bush, proponían en cambio una
estrategia de guerra generalizada (que usaría el 11 de septiembre como
justificación). Sin embargo, su plataforma, el «Proyecto Estadounidense para el
Nuevo Siglo», creado entre 1997 y 2000 no era más optimista:
«Actualmente —puntualizaba el referido Proyecto—, los Estados Unidos no encuentran ningún rival al nivel mundial. La estrategia global de los Estados Unidos tiene que mantener y extender esta posición ventajosa el mayor tiempo posible. Mantener esta situación estratégica deseable, en la cual los Estados Unidos se encuentran, requiere capacidades militares predominantes al nivel mundial»".
«Actualmente —puntualizaba el referido Proyecto—, los Estados Unidos no encuentran ningún rival al nivel mundial. La estrategia global de los Estados Unidos tiene que mantener y extender esta posición ventajosa el mayor tiempo posible. Mantener esta situación estratégica deseable, en la cual los Estados Unidos se encuentran, requiere capacidades militares predominantes al nivel mundial»".
Hoy, en el
propio seno del poder en Washington se confrontan ideas que tienen como
horizonte un escenario de guerra indefinida. Esta es la mejor muestra de la decadencia
de la que hablan los analistas.
Decadencia,
decimos nosotros, que ya ha comenzado y cuyo desenlace es bastante incierto,
puede demorar un siglo o dos… o estallar en el momento menos pensado.
Algunos síntomas de lo que estamos hablando se presentan en el escenario internacional.
Como se había anunciado el 1º de agosto
de 2015, Turquía y Ucrania crearon una brigada islámica internacional
para tratar de desestabilizar a Rusia en Crimea.
Durante los tres primeros meses, Ucrania
instaló una base en Jersón, frente a la costa de Crimea. A esa base
en territorio ucraniano han llegado varios cientos de combatientes
del Estado Islámico, cuyo traslado ha sido organizado por Turquía.
Sin embargo, contrariamente a
lo previsto en agosto, los terroristas del Estado Islámico
no han sido enviados a Crimea sino al Donbass, la región donde
operan los separatistas pro-rusos.
Los batallones Cheikh
Manur y Djokhar
Dudaev, cuya existencia reveló The New York Times en el mes de julio y que habían sido
disueltos inmediatamente después de esa revelación, han sido formados
nuevamente.
Por su parte, el 6 de octubre de 2015, el
fiscal general de la Federación Rusa abrió una investigación que permitió
llegar a la conclusión que los yihadistas recibieron instrucciones del senador
estadounidense John McCain para organizar –junto a la CIA y
desde Ucrania– el derribo de un avión estadounidense en Siria y
atribuirlo a las fuerzas rusas para provocar un conflicto entre
Estados Unidos y Rusia.
Esta operación urdida por la extrema
derecha estadounidense, fue anulada después de la apertura de la investigación
rusa.
La participación de la fuerza aérea rusa
en Siria, con un despliegue militar inusitado, así como el vertiginoso
desarrollo ruso en materia de tecnología bélica, es parte de una política elaborada
en Moscú, con anuencia de Pekín, destinada a disuadir a los halcones del
Pentágono.
En su caída, el imperio norteamericano
está sembrando el planeta con millones de víctimas
“Los imperios sin justicia,
serán grandes sociedades de bandidos”, decía San Agustín hace más de mil
seiscientos años.