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Muchas, muchísimas veces usamos el humor como una de
las mejores maneras de editorializar. Los ejemplos son infinitos, el más
cercano y entrañable, el “chiste de tapa” del Página 12, nacido de dos padres
increíbles, Rudy y Daniel Paz y que tiene la edad del diario.
Manuel Valls le ajusta la corbata al presidente
François Hollande durante la campaña electoral.
"Contratapa", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el domingo 31 de agosto de 2014.
Acá en Francia, en Canal Plus, un cable al que hay que
abonarse, pero que en ciertos momentos del día es abierto, existe un programa
en el prime time que se llama “Les Guignols de l’info”, las marionetas de la
información. Un programa de sátira política cuyos actores, las marionetas, son
la caricatura de los personajes del ámbito político, mediático, cultural, en
definitiva, personajes sacados únicamente de la realidad. Con el formato de un
informativo de televisión de unos 8 minutos, estas marionetas de látex,
reproducen lo que ha pasado en el día con un contenido desenfadado, con ironía,
utilizando todos los tics, lugares comunes, frases hechas y latiguillos que
usan los personajes reales… esos que, por ejemplo, nos gobiernan.
El lunes de esta semana, el gobierno francés con el
primer ministro Manuel Valls a la cabeza, presentó en pleno su renuncia al
presidente de la república --el socialista-- François Hollande. A la noche, en
las marionetas de la información, obvio, el tema fue la renuncia y el cambio de
gobierno. Uno de los cuadros más desopilantes… ¡o más descarnados!, fue en el
que Valls llega con un papel en la mano ante François Hollande que lo espera
sonriente. El primer ministro dice al presidente que viene a presentar su
renuncia, Hollande asombrado le pregunta ¿por qué? y Valls responde: “Me di
cuenta que había muchos ministros de izquierda en el gobierno”
No nos vamos a detener a describir el funcionamiento
del poder ejecutivo en este país europeo. Lo que sí vamos a explicar es que
cuando las papas queman, cuando se viene la noche, cuando todo se desmorona, el
presidente, en lugar de tomarse los vientos en helicóptero, hace renunciar a
todo su gabinete y suplanta a todos o a algunos, modifica la estructura
ministerial, creando o transformando las carteras, en fin, como en un viejo
tetris, va acomodando las piezas y lo anuncia en conferencia de prensa. Ha
pasado también que sea el primer ministro igualmente un renunciante al que se
le acepta la dimisión, como fue hace 147 días, horas más horas menos, cuando el
primer primer ministro del gobierno Hollande, Jean-Marc Heyrault, saludó a la
hinchada y se tomó el piro… a pedido del primer mandatario.
Y así fue. Tras conferencia de prensa anunciando esta
movida de piezas, se pudo saber que la cosa estaba calentita, calentita, calentita.
Porque esta Francia, integrante de una Europa en
severísima crisis, en donde las medidas de ajuste hambrean a los pueblos y
engordan a las finanzas, ha puesto al descubierto que su política recesiva tan
perfectamente europea y comunitaria, sigue sin prisa pero sin pausa los pasos
de sus hermanos más castigados por la
recesión, España, Portugal, Grecia y el resto.
Con los más altos índices de desocupación desde el
período de pos guerra, con el crecimiento estancado, con más recorte del gasto
público, con profundas diferencias entre sus propias tropas, el presidente
François Hollande y su ministro Manuel Valls, en comunión perfecta, se
deshicieron de los díscolos zurditos a la violeta que ocupaban ciertas carteras
estratégicas (economía, educación y cultura). De más está decir que ninguno de
los levantiscos tenía la más mínima intención de hacer la revolución, ¡ni la
sombra!, simplemente no acordaban con el rumbo tomado por el gobierno, que, hay
que decirlo, no es poco.
Tras intensas e intestinas negociaciones que duraron
unas 36 horas, el casting dejó tranquilos a unos, decepcionados a otros y dejó
varios sorprendidos en el camino también. ¡Cómo no!, si para resolver la crisis
se designó al frente del ministerio de economía a un yuppie de establishment
financiero, hombre que fue de la banca Rothschild, 36 años, ex secretario
adjunto de la presidencia y consejero económico y financiero de Hollande. Un
paladar negro.
Emmanuel Macron, que así se llama el socialista
liberalote, sigue fielmente los lineamientos políticos de su santo patrón, al
tiempo que planta su propia bandera, la de la izquierda liberal, que usted
sabrá con qué se come ese guiso y que seguramente le hará irá más lejos
todavía, allí donde la Europa
mande. Reemplaza a Arnaud de Montebourg, el mayor crítico de la política de
ajuste del gobierno, o sea, de la política que él mismo aplicaba…
El partido Europa Ecología, los Verdes, que ya se
había ido por incompatibilidad de caracteres, dio nuevamente un NO rajante y
por si quedaban dudas, mandó un comunicado de prensa explicando su posición.
Hay que decir que antes de dar el NO, Los Verdes
pusieron sobre la mesa ciertas condiciones que, de haber sido aceptadas, les
habrían hecho cambiar de idea: un presupuesto más amplio para la ecología, un
ministerio de economía verde para trabajar codo con codo con el del gobierno,
una secretaría de estado para las cuestiones climáticas y otras exigencias más
que no tuvieron eco en el gobierno Valls 2. Con lo que el portavoz en el senado
de los Verdes, Jean-François Placé,
deseó éxitos a través de su cuenta Twitter en la nueva etapa del
gobierno francés… eso sí, sin los ecologistas.
Y otra para el anecdotario.
Decíamos que en el movimiento de piezas anterior,
cuando la bajada de pulgar al entonces primer ministro Jean-Marc Ayrault en
marzo de este año y la asunción de Manuel Valls, uno de los que quedó en el
camino fue el titular del ministerio de la ciudad François Lamy. Valls quiso
recuperarlo para este nuevo gabinete. Lacónico Lamy le respondió: “Hubiera sido
más simple conservarme en esa oportunidad y no desplazarme” y bajó las
persianas.
Hoy domingo termina la Universidad de verano
del socialismo, lo que llamaríamos el congreso anual del partido que se realiza
en uno de los lugares de verano más deliciosos de la costa Atlántica, La Rochelle. Y termina
con el discurso de cierre del premier Manuel Valls. Quien al llegar al lugar,
el viernes, fue recibido, con una sonora silbatina por parte del sector
más izquierdo del partido. No es para
menos considerando el viraje liberal del gobierno, que si hasta el momento era
un secreto a voces, ahora está claro y es una caja de pandora que ya no se
vuelve a cerrar.
Todas las líneas internas estuvieron presentes, los
cercanos al gobierno, los a la izquierda, los utopistas, los sesentistas, los
setentistas y los ochentistas. Preocupados los que no admiten la derechización,
desencantados los que soñaron con un gobierno social y humanista, asqueados los
que escucharon el discurso de Valls en el MEDEF, el Movimiento empresario de
Francia, o sea los patrones, donde, según lo expresó un militante, había un
discurso sobre las finanzas, había la escuela de Chicago, era el liberalismo a
ultranza.
Alguien y en
francés recordó una frase de nuestro Eduardo Galeano: «Marché, endroit où est fixé le prix des individus ainsi que des autres
marchandises»
«Mercado: Lugar donde se fija el precio de la gente y
otras mercancías».