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Sin abandonar nuestra preocupación por la situación
que vive la hermana Venezuela, siempre en la mira del imperio, y el brutal plan
de ajuste neoliberal al que será sometida Ucrania por parte de la troika
integrada por la Unión Europea ,
el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional; hoy abordaremos la
grave situación que padece desde hace décadas el pueblo palestino.
"Con los Ojos del Sur", columna de opinión emitida en "Hipótesis" el sábado 29 de marzo de 2014.
Mañana 30 de marzo se conmemora el Día de la Tierra Palestina.
En marzo de 1976,
los palestinos de Galilea comprobaron que el gobierno del Estado de Israel
intentaba ocupar dos mil hectáreas de tierra agrícola palestina, con el
propósito de construir asentamientos de ciudadanos israelíes y un campo de
entrenamiento militar.
El 30 de marzo de ese año, los palestinos llamaron a una huelga general
para protestar por el robo de sus tierras. La respuesta a la convocatoria fue
realmente masiva: las movilizaciones se sucedieron a lo largo de toda la Palestina histórica,
desde Galilea hasta el desierto del Neguev.
El ejército israelí y la policía respondieron a los manifestantes con
violencia. Al final de la jornada, decenas de palestinos cayeron heridos y
siete perecieron asesinados. Este fue el comienzo del Día de la Tierra.
En Palestina se denomina al Día de la Tierra como el Yaum al-Ard,
una jornada en la que los palestinos de todo el mundo muestran su apoyo y
unidad con aquellos que viven bajo la bandera de Israel y bajo la ocupación
israelí en los Territorios de Gaza y Cisjordania.
El Día dela Tierra
es el reclamo de justicia, de exigir la recuperación de los territorios robados
al pueblo palestino, de la demolición del muro de la vergüenza condenado por
las Naciones Unidas y de los resarcimientos por lo destruido —casas derribadas,
plantaciones de olivos arrancadas, cursos de agua desviados—.
En
El Día de
Solo la reparación de tales atropellos —además de los crímenes del
terrorismo de Estado perpetrados por Tel Aviv— podrá sentar las bases de una
paz justa para Palestina.
Por estos días en que desde Washington y de muchas capitales europeas se
amonesta a Rusia por el referendo de Crimea y cínicamente se esgrime la defensa
del Derecho Internacional, es bueno que recordemos que el gobierno de los
Estados Unidos sistemáticamente ha respaldado al gobierno israelí en las
reiteradas e innumerables violaciones a las resoluciones de las Naciones
Unidas, empezando por la
Resolución 181/2 del 29
de noviembre de 1947, que
estableció la partición de Palestina y la creación de los estados de Israel y
Palestina; y la internacionalización de Jerusalén.
Desde esa resolución de la Asamblea General ,
tanto la Asamblea
como el Consejo de Seguridad aprobaron decenas de resoluciones que fueron
desconocidas por el Estado de Israel. Al tiempo que muchos proyectos de
resoluciones fueron trabados por los Estados Unidos, utilizando su derecho de
veto.
A lo largo de nuestros 29 años de
Hipótesis, hemos enumerado de manera pormenorizada esas resoluciones incumplidas
o abiertamente violadas por Israel.
Hoy solo haremos mención a algunas de
ellas:
La 242, aprobada —por unanimidad en el
Consejo de Seguridad el 22 de noviembre de 1967— poco tiempo después de la
denominada Guerra de los Seis Días. En ella se establece (textual) “la retirada del ejército israelí de los
territorios ocupados durante el reciente conflicto” y el “respeto y
reconocimiento de la soberanía, la integridad territorial y la independencia
política de cada Estado de la región”. Luego de 46 largos años de su
aprobación, el Estado de Israel sigue ocupando esas tierras, con el agravante de
que continúan sostenidamente repoblándolas de asentamientos israelíes en la
zona correspondiente a Palestina. Siempre con el apoyo de Washington que,
además, le dona a Israel tres mil millones de dólares anuales para gastos
militares.
A propósito de los
asentamientos, recordemos que en marzo de 1979 el Consejo de Seguridad aprobó la Resolución 446, en la
que se declara que la
creación de asentamientos por parte de Israel en los territorios árabes —ocupados
desde 1967— “no tiene validez legal y constituye un serio obstáculo para el
logro de una paz completa, justa y duradera en el Oriente Medio”. Como
señalamos, no solo esta resolución es violada de manera permanente, sino que
los mencionados asentamientos aumentan exponencialmente.
Podríamos
seguir hasta el hartazgo con más resoluciones convertidas en papel mojado. Pero
con las mencionadas alcanza y sobra para graficar el desprecio por el orden
jurídico internacional por parte del imperio y del gobierno sionista.
Cuando
se aborda el tema de Palestina, especialmente ante las brutales campañas
militares israelíes, con muertes de niños, mujeres y ancianos, como la
denominada “Plomo fundido” contra el pueblo palestino de Gaza, que sigue
sitiado desde 2006, fecha en que la organización Hamas ganó las elecciones, una
sensación de impotencia invade a los ciudadanos del mundo con convicciones
democráticas.
Que un
Estado colonial oprima a un pueblo con prácticas propias del Apartheid
sudafricano en pleno sigo XXI y que esas prácticas fascistas cuenten con el
apoyo de la primera potencia militar del orbe, es francamente desmoralizador.
Pero la
historia de la humanidad tiene millones de ejemplos de lucha contra los
opresores de cualquier calaña y desmedido poder.
En ese
sentido, en primerísimo lugar vaya nuestro homenaje al pueblo palestino en el
día de SU Tierra, que ha dado, da y dará innumerables muestras de heroísmo.
Hoy,
además, queremos mencionar una campaña que desde hace algún tiempo se viene
desarrollando a nivel mundial. Se trata del movimiento de Boicot,
Desinversión y Sanciones contra Israel, también conocido como (BDS), nacido en
el seno de la sociedad civil palestina.
Un pasaje de la convocatoria de este movimiento señala —luego de
reseñar las interminables violaciones por parte de Estado de Israel a las
resoluciones de las Naciones Unidas—: “Nosotros, representantes de la sociedad
civil palestina, solicitamos a las organizaciones de la sociedad civil
internacional y a las personas conscientes de todo el mundo a imponer amplios
boicots e implementar desinversiones contra Israel, de manera similar a
aquellas aplicadas a Sudáfrica en la era del apartheid. Demandamos a ustedes
que presionen a sus respectivos estados para que impongan embargos y sanciones contra
Israel. Invitamos también a los israelíes conscientes a apoyar esta demanda,
por el bien de la justicia y una paz verdadera”.
Este pedido de ayuda ha encontrado ecos muy concretos en numerosos
países de todo el mundo.
Para sorpresa de este columnista, también en la Argentina.
El
pasado lunes se publicó en diversos medios, una información que da cuenta que la
empresa israelí de aguas pierde un contrato de 170 millones de dólares en
Argentina.
Se
trata de Mekorot Water Company (propiedad del Estado
de Israel), a la que el gobierno de la provincia de Buenos Aries se proponía adjudicar
el servicio de provisión de agua potable para unos dos millones de bonaerenses.
Además de las irregularidades en materia de contratación (esta
empresa era la única que había cotizado la mencionada obra), legisladores, personal de Hidráulica
bonaerense, organizaciones sociales y de solidaridad con el pueblo palestino,
hicieron públicas denuncias acerca del comportamiento de esta empresa en
territorio palestino.
Esta
empresa estatal israelí ya había sido cuestionada por Amnesty International,
por producir escasez de agua en los territorios habitados por palestinos.
Mediante un comunicado de prensa emitido
por el Comité Argentino de Solidaridad con el Pueblo Palestino y la Federación de Entidades
Argentino-Palestinas, se hace saber que la empresa israelí ejecuta un modelo de
apartheid respecto del agua, puesto que asigna a los colonos ilegales judíos
entre 450 y 500 litros
diarios de agua, mientras que a los habitantes de Gaza y Cisjordania les asigna
40 litros
al día. Según la
Organización Mundial de la Salud , la cantidad mínima recomendada de consumo
humano es de 100 litros
diarios. Por consiguiente, los colonos israelíes disponen de una cuota 10 veces
superior a la de los palestinos, quienes ni siquiera tienen la posibilidad de
consumir el mínimo recomendado por la Organización Mundial
de la Salud.
Además, señalan que la empresa Mekorot, factura
el agua a precios altamente subsidiados a los colonos israelíes de los
asentamientos ilegales de Cisjordania, mientras que el agua suministrada a los
palestinos se vende a más de cuatro veces ese valor.
Como si todo esto fuera poco, las entidades denunciantes agregan
que Mekorot roba más del 80 por ciento del agua que comercializa, de los
territorios palestinos ocupados.
Vaya esta muestra de solidaridad argentina hacia ese valioso
pueblo, en el Día de la Tierra Palestina.